jueves, 13 de junio de 2019

MEDARDO ANGEL SILVA

 

 

MEDARDO ANGEL SILVA


Medardoangelsilva
Medardo Ángel Silva
Información biográfica
Fecha de nacimiento: 8 de junio de 1898
Lugar de nacimiento:
Bandera Ecuador
Guayaquil, Ecuador
Fecha de fallecimiento: 10 de junio de 1919
Lugar de fallecimiento:
Bandera Ecuador
Guayaquil, Ecuador
Medardo Ángel Silva fue un escritor, poeta, músico y compositor ecuatoriano, es considerado el mayor representante del modernismo en la poesía ecuatoriana y es uno de los poetas más insignes y reconocidos de la literatura ecuatoriana perteneciente a la llamada Generación decapitada. Nació el 8 de junio de 1898 en Guayaquil (Ecuador), y falleció de forma trágica el 10 de junio de 1919 en la misma ciudad.

Vida

Quedó huérfano de padre a muy temprana edad y su madre, con la pequeña pensión que su esposo les había dejado, construyó una modesta casa en la Avenida del Cementerio. De niño entró a estudiar en la escuela de la Filantrópica, cercana a su casa. Por esa época todas las tardes, descansando sobre una hamaca, contemplaba el interminable desfilar de los entierros rumbo al cementerio. De allí la fijación que el poeta expresaría más tarde hacia la muerte. También de niño le gustaba mucho la música, e incluso solía practicar con frecuencia el piano en el convento de los padres agustinos.
Por el año de 1910 ingresó al colegio Vicente Rocafuerte, pero al cuarto año tuvo que abandonar sus estudios por falta de recursos. Entonces entró a trabajar en una imprenta local. Luego de abandonar el colegio, comenzó a intentar publicar sus primeros poemas. Estos fueron rechazados al principio por los diarios más importantes de Quito y Guayaquil, pero poco a poco empezaron a aparecer publicados en pequeñas revistas literarias que comenzaron a darle notoriedad.
Aunque Silva no se graduó de bachiller, su condición de autodidacta lo llevó a ser maestro escolar e incluso a leer en francés; así se le facilitó el contacto con la poesía de los simbolistas franceses (Paul Verlaine, Arthur Rimbaud, Charles Baudelaire), quienes llegaron a ser sus más grandes referentes. Las influencias en su poesía, además, fueron el modernismo de Rubén Darío y el misticismo de Amado Nervo.
Para 1915 sus poesías, que mostraban una marcada melancolía, eran ya aceptadas en todos los diarios del país; además el joven adolescente entró a trabajar como editor en diario El Telégrafo, el cual era en ese tiempo el periódico de mayor circulación nacional. En las páginas de este diario es que logra publicar por entregas su pequeña novela, María Jesús.
En 1918 publica su primer y único libro de poesías, El árbol del bien y del mal. Del mismo sólo imprime 100 copias, por falta de recursos. Aunque el libro recibió aclamación por parte de los críticos de su tiempo, las ventas no fueron nada buenas, llegando incluso Silva a incinerar gran parte de los ejemplares al ver que en una librería no se había vendido ni uno.
Sin embargo, la popularidad de Silva en el ámbito literario seguía creciendo. Mas entonces ocurrió la tragedia.
La muerte de Medardo Ángel Silva sigue siendo un misterio sin esclarecer: a los 21 años el joven poeta murió de un tiro en su cabeza junto a la casa de su novia, por lo que se declaró que fue un suicidio. También influyó en esta creencia el contenido de los poemas de Silva, el cual incluso llamó a la Muerte la libertadora del horror de la vida.
Pero posteriores análisis ponen en duda la teoría de que se habría suicidado, ya que la bala entró por detrás de su oreja. Sin embargo, nunca se investigó más allá y fue enterrado sin los ritos fúnebres católicos, asumiéndose que su muerte fue un suicidio y esto ha llevado a la construcción de un imaginario popular acerca de sus últimas horas, en él se habla desde que habría estado jugando con el arma y que su muerte fue un accidente, hasta que por una decepción amorosa habría tomado esa trágica decisión.

Obra literaria

Escribió bajo los seudónimos de "Jean D'Agreve" y "Oscar René", que adoptó en 1915. De sus obras sólo fueron publicadas María Jesús y El árbol del bien y del mal, el resto quedaron inéditas.

Entre sus famosas obras literarias están:
  • El árbol del bien y del mal (poesías, 1918)
  • María Jesús (novela, 1919)
  • La máscara irónica (ensayos)
  • Trompetas de oro (poesías)
  • El alma en los labios

Poesía romántico-modernista

No se sabe a ciencia cierto si es que realmente Silva fue amigo cercano del resto de integrantes de la llamada Generación decapitada: los poetas quiteños, Arturo Borja y Humberto Fierro y el guayaquileño Ernesto Noboa y Caamaño; aunque se sabe que al menos compartía una relación de correspondencia con algunos de ellos. Cabe recalcar que Silva era el único del grupo de baja posición económica, perteneciendo los otros a las élites capitalinas.
Mucho se ha discutido también acerca del carácter modernista de Silva. Su obra está llena de evocaciones a signos modernistas que llegaron tardíamente a Ecuador, pero a pesar de ello se conjuga con rezagos del romanticismo, lo cual no es una dicotomía sino una visión muy particular del arte de Silva, Fierro, Noboa y Borja.
Su poesía está llena también de imágenes melancólicas y de constantes llamados a la Muerte. Aparecen así mismo varios reproches a la Vida, la cual Silva sentía que lo miraba "como una reina ofendida". Otro carácter recurrente en su poesía es el tedio inacabable y un sufrimiento que se manifiesta sin motivo alguno.

Karina Galvez


Karina Galvez

 [Poeta Ecuatoriana]

Nacida en Guayaquil, Ecuador, el 7 de julio de 1964. Vive en Orange County, California desde 1985. Estudió Economía en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil y en 1984 fue Presidenta de la Comisión Cultural Estudiantil de dicha institución. Graduada en Turismo y Bienes-Raíces. Habla español, inglés, francés, italiano, alemán y portugués. Empresaria. Soprano y especialista en voice overs para propagandas de radio y televisión. Una de las pioneras de la Cámara de Comercio Ecuatoriano Americana de Los Ángeles. Fue miembro de la Sociedad Iberoamericana de Poesía de Los Ángeles. Es entrenadora nacional de Respuesta a Desastres para la Cruz Roja Americana. Miembro del Ministerio Católico de Visitas a las Cárceles. Miembro de DMAT-CA1 (Disaster Medical Assistance Team), entidad de rescate que se reporta al Department of Health and Human Services del Gobierno de Estados Unidos. Fue Madre Símbolo de la organización Nueva Generación de Ecuatorianos. En 1998 recibió “El Cóndor de Cristal” de parte del Ecuadorian Achievement Awards. Activista comunitaria, recibió Reconocimientos del Alcalde James Hahn de Los Ángeles, CA, y del Alcalde Miguel Pulido, de Santa Ana, CA. Fue incluida en la publicación “Who is Who Among Ecuadorians Living Abroad”, Edición 2005, una recopilación de influyentes personalidades ecuatorianas en el ámbito internacional.
A la edad de 15 años, en 1979, escribió el Himno de la Mujer Adolescente, para el Primer Seminario de la Participación de la Mujer Adolescente en la Vida del Ecuador, organizado por la Comisión Inter-Americana de Mujeres. El original del himno se encuentra en los archivos de las Naciones Unidas.
En 1981, dada su participación voluntaria en batallones organizados a raíz del conflicto limítrofe en Paquisha, Karina Gálvez recibió un reconocimiento de la “Zona Especial de Defensa Guayaquil”, por parte del entonces Teniente Coronel de Estado Mayor Jose Gallardo Román, quien luego fuera Ministro de Defensa del Ecuador.
En 1988 escribió artículos promocionando las bellezas turísticas del Ecuador para la Revista Enterprise Magazine de Orange County, CA.
En 1995 publicó, en California, su libro “Karina Gálvez – Poesía y Cantares”, que contiene versiones en inglés y español de sus poemas, y un prólogo escrito por el Abogado León Roldós Aguilera, Ex۔Vicepresidente de la República del Ecuador. En 1996 su “Poema Para Mi Madre”, y en 1997 su poema “Eres el Comienzo y el Final de mi Poesía” obtuvieron el 2do puesto en el Concurso de Poesía Latinoamericana organizado por la Casa de la Cultura de Long Beach, CA. Karina Gálvez también ha incursionado en el área de canciones, poemas y cuentos infantiles, y canciones cristianas.
Coopera con su voz, cantando el Ave Maria en las misas organizadas por la colonia ecuatoriana en California, y en 2006 cantó en la Catedral de Our Lady of the Angels ante el Cuerpo Consular.

En Octubre 2008 formó parte de la delegación ecuatoriana que viajó al Vaticano para la Canonización de Narcisa de Jesús Martillo.

En 2009, varios de sus poemas fueron incluidos en la antología de Nueva Poesía Hispanoamericana, publicada por Ediciones Lord Byron en Madrid, España.

Proviene de una larga línea de poetas, intelectuales e ilustres guayaquileños entregados al servicio de la comunidad. Es hija de Daddy Gálvez Mora, quien fue Comandante del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil. Es sobrina-nieta de Arnaldo Gálvez Usubillaga, ex Secretario Municipal de Guayaquil en 1926, y Campeón Nacional Ecuatoriano de Ajedrez de 1921, quien en 1923 publicó “Algo de Ajedrez”, un libro de 444 págs., que fue el primer libro en su género que se editó en el Ecuador y que se ha convertido en un clásico de las letras nacionales.

La poesía de Karina Gálvez, romántica, atrevida, versátil y fácil de leer, evoca sentimientos que hacen arraigar sus palabras en el corazón.

Aleyda Quevedo Rojas

 

 


Aleyda Quevedo Rojas:

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todas las  maneras de la luz sobre el cuerpo



Qué grata experiencia es esta de disponer de un libro que recoge el conjunto de la trayectoria poética de Aleyda Quevedo Rojas, una escritora que ha  persistido en su oficio por más de 25 años con la insistencia y la pasión de quien sabe que su voz no es un monólogo intimista y solitario, sino el eco y la refracción de muchas voces, de muchas subjetividades, de preguntas recurrentes y búsquedas compartidas.
Al leerlo, y reencontrarme con poemas que ya conocía junto con textos nuevos, pensaba en este libro como en una vasta plaza abierta con innumerables entradas y salidas que ofrecen al lector la posibilidad de recorrerlas a voluntad; o quizá mejor, como un abigarrado paisaje, con senderos zigzagueantes que a veces van a dar en rincones sombríos, en cálidas madrigueras, en valles apacibles, en roquedales ásperos, en erupción de volcanes, en cambiantes dunas de arenisca, o en claros de bosque repentinos y luminosos. Tal es la variada gama de tonalidades y matices que despliegan estas páginas.
De entre todas las posibles rutas que el libro ofrece, he elegido una para acompañarme en este viaje por la poesía de Aleyda: la construcción de una subjetividad femenina en sus tensas y conflictivas relaciones con el cuerpo y el deseo.
Cuerpo va y viene / cuerpo y nunca más / con él me hundo / con él me salvo, escribe en “Rock nacional”, del poemario Soy Mi Cuerpo, publicado en 2006, y que a mi modo de ver marca un viraje definitivo en su escritura poética.

El cuerpo es la primera evidencia, nuestra sustancia carnal, lo que nos pone en contacto con el mundo y nos abre a sus misterios. La tradición occidental judeocristiana disgregó al ser humano en dos fragmentos que ya no se reconocen como unidad. La mente, el lugar del pensamiento, el conocimiento, la voluntad. Y el cuerpo: ese extraño organismo, ese imperfecto envoltorio de piel, de carne, de vísceras, de sangre, de deseos, de apetitos.
No puedo dejar de citar aquí unos fragmentos del estremecedor “Discurso a mi cuerpo” de Virgilio Piñera.
«Eras tú el inguiable, el intraducible, el refractario; asomarme a ti era como asomarme a una negra superficie que no me reflejaría; llamarte supondría llamar al silencio que jamás desciende a escuchar la voz de los mortales. ¿Hasta qué punto, límite o frontera me extendía yo? ¿De ti provenía la armonía o eras el desconcierto? ¿Era yo alguna de ellas?»[1]
Se dice que la sociedad contemporánea rinde un culto desmesurado al cuerpo. Pero a veces parece lo contrario: el cuerpo se ha convertido en nuestro enemigo. La publicidad mediática exhibe a la mirada pública una procesión de cuerpos afilados, adelgazados hasta extremos inverosímiles. Y ofrece una larga lista de aparatos, dietas, pastillas, programas de ejercicios, vendas, hierbas, cirugías, para reducir el cuerpo a su mínima expresión. Para dominarlo. Para vencerlo. ¿En qué momento el cuerpo se nos transformó en un adversario odioso al que es preciso domesticar a toda costa?
Extraña paradoja: en esa aparente adoración al cuerpo, parecería esconderse el miedo. Miedo a mostrar nuestras imperfecciones, nuestra fragilidad; miedo a ser vistos, a ser tocados, a ser heridos. Y es que el cuerpo no puede esconderse, por él somos visibles ante la mirada de los otros, es la zona de frontera que marca nuestros límites, pero también el que nos expone al contacto con los otros. Y, como toda zona de frontera, a veces es territorio de guerra: lo público y lo privado, yo y el otro, la memoria personal y la historia colectiva, el individuo y la sociedad, el erotismo y la política.