viernes, 20 de julio de 2018

PABLO BALAREZO MONCAYO


PABLO BALAREZO MONCAYO

ESCRITOR – POETA AMBATEÑO



Nació en Ambato el 10 de diciembre de 1904. Sus padres fueron Pedro Balarezo Franco y doña Julia Eloisa Moncayo Mera.

“Pablo Balarezo Moncayo es ambateño ilustre, de “ilustre prosapia intelectual y espiritual”. Y esa raigambre ilustre, esa ilustre herencia de sus ancestros, misteriosamente se aglutina…marca hondamente su genética…y le traza la ruta a seguir.

Y el elegido se inclina ante el reto inexorable, y cumple su alto destino de excelso poeta, de escritor, de periodista, de maestro, de incansable adalid de la cultura, y su misión de ambateñia y montalvismo”.

Su padre, educador de tres generaciones ambateñas. Don Pedro Pablo Balarezo Franco, fue su primer maestro, en el hogar en el aula de su “Escuela Particular del Centro” y en el Liceo Montalvo del que era su director.
De su madre, doña Julia Moncayo Moreno, culta dama de muy delicado espíritu, el infante escuchó siempre un lenguaje literario. Es en esta etapa inicial de su vida, que ya se insinúan sus primeras expresiones literarias…tímidas, infantilmente imperfectas, pero prometedoras de algo, “quizá” grande y excepcional.

Precozmente ávido e incansable lector, pronto comenzará a explorar la rica biblioteca del hogar paterno. Leerá los clásicos europeos: Cervantes, Virgilio, Voltaire, Unamuno, Goethe…y ellos imprimirán honda huella en su alma y en su corazón. Leerá a Montalvo, a quien siempre llamará “escritor superbo”, nominación que, con el transcurrir del tiempo y por la asiduidad de su uso en los escritos montalvinos del poeta, terminará convirtiéndose en uno más de los adjetivos inmanentes del “Cervantes de América”. Admirará a Darío, al genial Víctor Hugo, el “dios de las letras francesas”, y sumergirá su espíritu en Nietzche.

Estudios y periodismo
Estudió en el Colegio “Bolívar”, graduándose de bachiller. Se instaló en Quito y siguió Derecho en la Universidad Central. Sin concluir la carrera, regresó a Ambato en 1928, año en  que fue Secretario del Gobernador Francisco A. Sevilla. Luego fue Secretario del Colegio Bolívar.

Durante su estancia en Ambato, funda y dirige nuevas Revistas y Periódicos literarios. Aparecen “Sol de domingo” y “Ambato”. Y entre 1931 y 1933, el semanario “Femenil”, en el se publica su poesía “Alas”; y luego, el semanario “Rincón nativo”.

Años después, se estableció en Guayaquil, donde concluyó sus estudios de Derecho. En 1934 ingresó a la redacción del diario “El Universo”. En esa ciudad fue profesor del Colegio Cristóbal Colón y del Rita Lecumberry.
De nuevo en Ambato, en 1943, dio cátedras de literatura y castellano en el Bolívar. Posteriormente fue Secretario del Colegio Montúfar, de Quito y Secretario de la Empresa de Teléfonos.

Su amor por Ambato
Grande fue su amor por Ambato. Le cantó y le arrulló con su amorosa lírica, le ofrendó su gloria, la defendió cuando consideró que fue ultrajado su “ilustre abolengo de ciudad egregia”. Y siempre volvió a ella, para respirar su aire, para cobijarse bajo su cielo, para perderse en su paisaje.
Le habló de su nostalgia por la ausencia, en “Elogio de mi Ciudad”. Exaltó sus raíces ancestrales y sus valores humanos, en su “Maravilla de Ambato”. Le cantó con su verso fragante a huertos y jardines, en su “Canción de Ternura estremecida”.

En su Canto a la Ambateñia, dice: “No había de morirme sin hacer la exégesis de la ambateñia según la llamó mi amor y la comprendió mi ternura. No había de detener mi paso sin decir la interpretación jubilosa de la ambateñia total, que no es voz romántica, menos retórica, sin trascendencia humana, sino raíz telúrica que nace con el hombre ambateño y lo posee en llama de amor, lo aprisiona en caricia y en silicio, y no lo libera ni después de muerto…”

El periodista
En su mente, en su corazón y en su espíritu de delicado poeta, paradójicamente, coexistía el escritor de lucha, muchas veces cáustico y duro. Un combatiente indomable, tenaz y perseverante; inconforme, asistido por la lógica de su alto pensamiento. Inclaudicable en la defensa de sus principios, pero siempre  veraz y justo.

Pablo Balarezo Moncayo cumplió con vocación su misión de escritor y periodista, inquietud que siempre aleteó en su alma, desde aquellos primeros años en “Alba azul”, cuando ya se perfilaron sus primeros afanes en tal sentido. Y pagó tributo por ello.

Extensa fue la labor de su pluma en la Sección Editorial y en el Suplemento Cultural de “El Universo” de Guayaquil. En “El Comercio” y “Últimas Noticias de Quito, en el diario “Avance” de Ambato, donde escribió hasta dos artículos por día. Se calcula que habrá publicado unos siete mil artículos, sobre todo literarios y de cultura, durante casi dos décadas de labor periodística.
Sufrió encarcelamiento luego de un Juicio de Imprenta, injusto, que le siguió alguna autoridad, “herida” en su orgullo y vanidad.

 “Guardar prisión por ser escritor libérrimo sin la indignidad de tutelajes; por luchar con todas las fuerzas del espíritu por la libre expresión del pensamiento; por denunciar la mentira, la vanidad, la audacia, la inmoralidad y la incapacidad de los que tienen en sus manos el destino de los pueblos, es “SINGULAR PRIVILEGIO”.


Montalvista
Fue un Montalvista de “toda la vida”.
Los minuciosos estudios de todo lo relacionado con Montalvo, pronto lo convierten en el desmitificador del genio, a quien “humanizó” al lograr destruir el mito creado por el quiteño Agustín Yerovi, primer biógrafo del escritor, que aseguraba que “Montalvo se vistió de frac –él mismo – horas antes de morir.

Como Director de la Casa de Montalvo, de 1966 a 1970, Balarezo realiza una estupenda labor cultural y difusión montalvina dentro y fuera del país- Organizó el ámbito material de la Casa Solariega. Formó el Museo Iconográfico, diseñó las Semanas Montalvinas en fechas conmemorativas, convocando para ellas a los más altos pensamientos del país y del exterior. Logró que el Congreso Mundial de Academias de la Lengua, reunido en Quito, visite Ambato, y que Montalvo sea declarado Académico Póstumo, por las veintiún Academias de América.

(Fuentes: Revista Ambato Nº  59.  Bibliografía familiar de Pablo Balarezo Moncayo)       


Un ‘tríptico espiritual’
Quizá el mejor logro de Pablo Balarezo como Director de la Casa de Montalvo, fue crear un invalorable “tríptico espiritual” en honor del escritor, pues obra suya es la consecución, por primera vez en más de cuarenta años desde la creación de la Casa, de una edición de las Obras Completas de Montalvo.

Luego está su idea creadora de la “Orden de Montalvo”, que constituiría el símbolo de la Entidad Montalvina y que se materializó en Ordenanza Municipal, en 1967. Se completa el tríptico con la idea de crear la “Cátedra Juan Montalvo”, con miras a institucionalizarle en los colegios del país.

Por toda esta obra, Pablo Balarezo fue designado “Dignísimo y Benemérito Director de la Casa de Montalvo” en 1970, recibiendo la presea “La Gran Cruz de Montalvo”.
Este ambateño ilustre fallecía a las seis y veinte minutos del 23 de enero de 1999, en “una tarde descolorida, fría y triste…” 

TOME NOTA
Extensa fue la labor de su pluma en la Sección Editorial y en el Suplemento Cultural de El Universo de Guayaquil. En El Comercio y Últimas Noticias de Quito y en el diario Avance de Ambato.

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